jueves, 8 de julio de 2010

Poesía- entrevista


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¿Cuándo comienza a escribir poesía?
Desde la adolescencia que suele ser la época en la que se inician todos los poetas. Un momento de la vida en que las emociones y los sentimientos, alcanzan una efervescencia desconocida durante la tranquilidad de la infancia. Si ha habido pasión por la lectura y placer por la degustación de la palabra, el verso nacerá inevitable. Si persiste como actividad más allá de esa primera floración, habrá cuajado el poeta. No es vano suele decirse que todos somos poetas a los diecisiete años, serlo a los treinta es más difícil…


-¿Ha publicado alguna vez un libro de poemas? ¿Tuvo éxito? ¿Piensa en hacerlo algún día?
He publicado dos libros de poesía:
-La seña del cantero en1997
-El libro de Lobodrina, el año 2000

¿Tuvieron éxito?
Sí y No. Se vendió la edición completa (ambas de 700 ejemplares). Se publicaron algunas reseñas elogiosas en revistas especializadas y la cosa quedó ahí. Creo que el concepto de éxito no suele cuadrar bien con el género poético por lo menos en estos tiempos y más aún en los países de habla hispana. Ha habido poetas que incluso han logrado vivir de su arte como Pablo Neruda pero han sido muy pocos. En general, la poesía es un género literario para minorías y no suscita fenómenos de masas. La constatación de lo que yo llamaría éxito en relación con mis poemas es que han producido emoción, que han logrado conectar con la sensibilidad de otras personas y afortunadamente he podido saberlo.

-¿Cómo ve la actual situación de la poesía ?
Como he señalado antes, la poesía está marginada. En los colegios “por su dificultad”. En las librerías porque no se compra y consecuentemente, en las editoriales porque no se vende. Este cúmulo de circunstancias hace que lo nuevo que se publique, generalmente poco, tenga escasa difusión. Los nuevos poetas no se conocen más que en círculos muy reducidos, casi para entendidos. Sólo se difunden nombres consagrados. Es por ello que muchos escritores que empiezan escribiendo poesía terminen creando relatos que se venden mejor y proporcionan mayor visibilidad al autor.

-¿Cuáles son sus poetas favoritos? ¿Y la época?
Casi siempre me produce una gran ansiedad el tener que responder a esta pregunta porque he atesorado muchos favoritos a lo largo de mi vida y no quisiera traicionar a ninguno. Del ámbito hispano, me quedaré siempre con San Juan de la Cruz, su “Noche oscura”, es para mí un paradigma de excelencia poética, y el último Juan Ramón. Siempre vuelvo a Garcilaso y a algunos sonetos de Quevedo que me acompañan desde muchacha. Me emociona profundamente Miguel Hernández y la desnudez del Machado de “Campos de Castilla”. Hay un chileno poco conocido en estas tierras, Jorge Teiller, cuyo “libro de los gorriones” es casi un placer secreto.
De otras lenguas, me encantan las rusas Ajmatova y Tstatieva y E. Dickynson que me enseñó que poeta es quien escribe y no necesariamente quien publica. Me encanta su laconismo lleno de musicalidad.
En Euzkera me gusta mucho X. Lete.

-¿Cree en la poesía social? No entiendo bien el sentido de la pregunta porque la poesía social está ahí, como lo está la de “la experiencia”, por ejemplo. Quiero decir que fue un fenómeno que surgió justamente como experiencia emocional de un momento histórico muy concreto y la buena poesía social cuando es buena, es como cualquier otra: POESIA. Leer a Blas de Otero, Gabriel Celaya, a Angela Figuera, a José Hierro es algo así como tocar con la lengua un tizón ardiente; una experiencia fuerte y hermosa. ¿Qué son Las nanas de la cebolla” de M. Hernández más que poesía? Las escribió con las tripas y en la cárcel y tanto el hambre como la experiencia carcelaria eran en la España del “39” un problema social. De allí el apellido de este tipo de poesía que exige la inmersión real de quien la escribe en la experiencia vital de la desgracia. La mala poesía social es la que se escribe respondiendo a consignas partidistas o a testimonios de actores secundarios, cómodamente sentados en una biblioteca gubernamental. En Ese tipo de poesía “social” claro que no creo.

-¿Es partidaria de la métrica libre o prefiere ceñirse a las reglas de toda la vida? Yo escribo con métrica libre aunque, hay quien dice que es “la menos libre de todas las métricas” ya que exige una medida interna de la que sólo nos damos cuenta cuando leemos el poema en voz alta.

-¿Piensa que la poesía puede cambiar el modo de vida o que simplemente es una herramienta estilística? La poesía no cambia la vida pero la dimensiona de una manera misteriosa. Quien lee poemas adquiere una facilidad pasmosa para transitar esos caminos piel adentro que sólo se hacen visibles al conjuro de una determinada conjunción de palabras.
¿Una herramienta estilística? Eso es sólo andamiaje del poema y cuando ha cumplido su función hay que retirarlo sino el poeta se queda en versificador.

-¿Cuál es el futuro de la poesía? ¿Es usted pesimista u optimista? No lo sé. Me imagino que mientras haya palabras y emociones que se aferren a ellas apasionadamente, seguirá viva.

-Entre prosa y poesía ¿se han roto las fronteras?
Desde “EL Principito”, desde “Cyrano”, desde la "Antígona” de Sófocles remontándonos todavía más lejos, no hay fronteras. Lo que existen son sólo necesidades expresivas que eligen formas estilísticas. En sentido amplio, toda buena obra literaria es poesía.

-¿En su poesía está implícito el compromiso o es pura diversión?
A mí no me divierte escribir poesía, por lo menos en el sentido usual de la palabra. A veces es algo que me produce dolor pero siempre que lo consigo, me siento plena. Tiene en mí la connotación de rescate de lo vivido. Escribo para no perder mi vida desangrada en la sucesión de instantes sin registro. Cuando era niña no quería dormirme por la noche; tenía miedo de que si cerraba los ojos la gente que yo amaba, mi mundo entero desapareciera para siempre. Escribo para dejar constancia. Para no perder totalmente lo vivido. Es de alguna manera un seguir negándome a cerrar los ojos.

-Música y poesía, ¿son buenas compañeras?
Amantes apasionadas más bien, si las separas el poema se queda en aforismo.

-De todos sus trabajos, ¿cuál es el más entrañable para usted?
No puedo elegir. Para mí todos mis poemas son de alguna manera entrañables, en el sentido que me han brotado “de las entrañas”.

-¿Qué opina de las vanguardias? No me interesan. Se vuelven anacrónicas rápidamente.

-¿Qué poeta la ha influenciado? Más que poetas, me han influido estilos. Soy en gran medida conceptista. Quiero decir que me gusta la precisión en la metáfora y mis versos son generalmente breves. Sé en ese sentido que Góngora o el ubérrimo Neruda, están lejos de mí.

-¿Qué función o funciones tiene la poesía? Como todo arte, la poesía es producto de una necesidad interna. Ha habido épocas en que tuvo, además, una función social importante; el poeta era algo así como el portavoz del pueblo. Hoy en día es un reducto de la gratuidad; de lo que orgullosamente no sirve para nada.


Datos biográficos
Me llamo Begoña Eguiluz de Sasía. Nací en Santiago de Chile en noviembre del año 1953 hija de padres vascos exilados. He vivido en diversos lugares, también aquí, en el País Vasco, cuando niña, pero mi juventud y la carrera la cursé en la Universidad de Chile de Santiago.
Estudié Filosofía y Letras y ejerzo como profesora de filosofía aquí en San Sebastián en el colegio Summa-Aldapeta.
Estoy casada y tengo dos hijos. Sigo escribiendo.

2 comentarios:

  1. "Ninguna poesía ha calmado el hambre o remediado una injusticia social, pero su belleza puede ayudar a sobrevivir sobre todas las miserias".
    Jorge Teillier

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  2. Muy buena la entrevista. Respuestas claras y didácticas para quienes, como el suscrito, son solo interesados provenientes de un mundo externo
    nem

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