He leído hasta el alba.
Me dormí con las lilas
y al despertar promediaban las luces del verano...
No me dolía nada.
Jaspeaba en el espejo la sobria
construcción de mi recinto.
No me dolía nada.
Primero fue el placer de los pies
sobre la alfombra,
luego fue la naranja…
No me dolía nada...
Yo estaba del lado de la línea recta
de la palabra justa, del respeto.
No era estridente
(Mi torpeza apenas me rubricaba la aureola)
Fue entonces que entendí.
¡Mírame esposo!
para que riele esta noche de agosto
tan lejana y hermosa como acostumbro.
¡Tócame esposo!
para que pueda acodarme en el alfeizar
toda abandono y cadera quebrada
¡Bésame esposo!
para que vaya impoluta a los infiernos
con la suerte hecha el óbolo bendito
que reserva la vida a las felices.
Esposo de áureos dedos
¡descórreme la aurora!
Inaugura la luz, alto de lanza
fuerte de escudo
¡Dime!
Si tú conmigo
¿quién osaría sorprenderme?
Tus caballos avanzan aguerridos
hacia un nadir desleído de miel
por mor de tu mirada en mi costado.
Amado ¿te quedarás conmigo
hasta el final del día?
¿Aquietarás mi miedo
con tu flauta de fiesta?
Amigo, escúchame un momento
¡acaricia las zorras desatadas!
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...ruedan sobre el regazo tus granadas
y su jugo corroe mis desdichas
Aquí, debajo del manzano
soy amada
de cadera a razón, acariciada...
Soplas sobre mi empeine
acaricias sin daño mi cintura
de par en par me miras
en noviembre, en almendros
en la distancia mínima ¡tan dulce!
Tardes de las conversaciones
en que fluyen saltando
pequeños pensamientos sin corteza...
¡Ay esos tiempos
de los puentes, de la lluvia finita
de las manos inevitablemente juntas.
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Vivienne... tú
patadita nerviosa
maldito ángulo
Tus manos reordenan
hacen ”como si”
se detienen furiosas
¡Ay, qué efectos tan duramente conseguidos!
Ha emergido la luz y ha decaído:
ha constado la perfecta disposición de los cuchillos
Toda la tarde sonó la persistente melodía.
La luna apareció a su debido tiempo:
El chal de cachemira se congeló en sus pliegues
y toda la desdicha fue haciéndose palpable.
y se masticó ardua como un corazón viejo...
Se apagaron las velas ya lejos el ocaso.
el vaso se limpió y se guardó...
chirrió por fin la aguja en un agudo
se cerraron tensamente las cortinas...
El no vino y
las manos empinaron el gollete…
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Cierta ceguera necesita de muchos sí
para nutrirse
siempre está en tris de perder su sutil veladura.
Cataratas del alma, Edipo en trance
de trasplante de ojos...
Metáfora posible
para esa prodigiosa circunstancia
de no ver lo que daña.
Es patética esa decisión de andar a tientas
sorteando la luz
Esa necesidad de no tocar el hueso con los dientes
mientras nos luce la sonrisa mellada.
Hay quien camina así...
y desllama a las cosas por su nombre
que no acuden
pero parece que llegaran
a dibujar las innobles cautelas
de quien pisa en lo falso y cree puente...
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Son agujeros negros, atraen
la compasión mediocre, el malestar menudo...
Esa rabia tan triste
que produce lo pobre sin grandeza.
¿Sabes?
Me estoy haciendo trizas
en persona interpuesta.
He llorado por un destino en letras
que me hundía el puñal
desde una página.
Aprendí la lección
Muy de mañana:
ordené mis poemas
medí mi dolor con tinta negra
y doble espacio.
Le puse fecha
firmé un poquito a la derecha
y decidí ser una vez y otra vez
tu guirnalda de pájaros...
si quieres