martes, 25 de febrero de 2014

II-Fragmentos a vuela pluma ...







Un simple viaje en coche por un camino tortuoso y solitario a altas horas de la noche. Precisemos: de Bayona a Sara mientras la luna llena me sitúa en un estado de ánimo propicio a la dulzura. Llego al convencimiento de que cierta belleza que emerge de las cosas adquiere, al ser degustada con parsimonia y deleite, la capacidad sanadora de un bebedizo mágico.

Luego, al dormir en lo alto, lujosamente envuelta en sábanas color guinda, frescas y un poco crujientes...la pócima acrecienta su virtud.

Y...al sentir en la duermevela, el trancurrir silencioso de las horas y, despertar sobre el lado derecho frente al impacto del viejo castaño al que adivino los arrullos y bajo sus ramas bajas, la frialdad todavía nocturna de mi banco... el del poeta, el licor se convierte en elixir de gozo

Me lavo más tarde bajo luz cenital y agua de vertiente untuosa y decididamente fría con una lentitud de verano que empieza...

El día, frente a mí, como una sábana blanca y translúcida... orea. 

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¡Déjalas ir!
Desata suavemente las amarras. 
Observa la deriva de
las voces y la hierba y
 la acacia de antaño...
Permite que tus sueños las acompañen
 confundiendo las fechas...y
que la luna y el sol bailen en la penunbra...
¡Déjalas ir!
Confía en que
de una u otra manera
 regresarán más tarde...

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La traición del invierno
 es deleitosa. En plena bruma
 la llamarada del aromo
súbita...
y con ella, el ardor:
esa caída brusca de rodillas
esa mudez por puro exceso
anunciadora.

Nada muere agostado.
Es seguro: la muerte
apagadora de candiles...
¡sueña con llamas altas!

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Siento el tachón en mi última palabra
contra mí vuelta por fuerza de
una desoladora implosión de 
lo que estaba junto aunque tenue...

Mi labor es rescatar escombros
 de fantasmas aunque... estoy en un tris de
que salten por los aires cada
una de las frases que hasta ahora
eran verdad pues consistían...
callo.

jueves, 6 de febrero de 2014

Adiós a Perséfone




                                                                                                         Para Marisol Ilzauspe.



Promediaba el verano
y de pronto
comenzaron a helarse los manzanos.
Dalias segadas cegaron
los caminos...
una huida de luna dejó al mundo en tinieblas.

¿A dónde vas, Perséfone?


Tu sombra n cubre los prados de dulzura
resuena aún la flauta acompasada
pero este cierzo a deshora nos ha herido
para siempre el locus amoenus.

¿A dónde vas, Perséfone?