No en medio de relámpagos y truenos
más bien...
entre el café del amanecer
y las frías sábanas de la noche
envejecemos
y empezamos a soslayar los espejos
y a permitirnos múltiples licencias.
Descubrimos
los abanicos
los fulares
las lágrimas artificiales
y el dosificador de pastillas...
Lo que más nos duele son
los recuerdos que pululan
y nos traba aún más
la incertidumbre de los pasos.
Se ama con mayúscula lo que fue
y tendemos a consagrarnos
a los ritos, a los soliloquios
y... a las soledades.