En mi repisa hay muchos poetas... muchas. Algunos de sus versos me fueron murmurados desde muy niña. Entre ellos están los de Juana, Gabriela y Alfonsina.
Las tres consiguieron, como dice mi querido Paúl Celan "dar a sus poemas la fuerza de resistencia de lo inmediato" y por lo mismo lograron eternizar los variados matices de los gozos y sombras de muchas vidas que siguen sucediéndose a lo largo de las generaciones.
Las tres compartieron origen, época y una cierta manera de entender la poesía. Surgieron casi al mismo tiempo con un fulgor que deslumbró a sus contemporáneos. Se impusieron. Las tres fueron hablantes de español y para las tres el poema fue expresión de vida vivida antes que nada y sobre todas las cosas, tal como me ocurre a mí.
Su obra es fácil de conseguir. En cualquier biblioteca o librería medianamente surtida encontraremos antologías de todas ellas. La red es también un excelente medio de acceder a su poesía aunque yo soy de las que todavía no pueden renunciar a la erótica del papel y al susurro de la hoja que se vuelve mientras leo. Acudo al libro impreso cuando no es la memoria la que me trae sus palabras...