Cuando el diente de león
se convierta en vilano
te escribiré.
Será una carta suave y sorpresiva:
una caricia.
Te llevará mi deseo
que cuajó a lo largo del invierno.
Miro todos los días mi diente de león
orondo en mi mejor maceta.
Lo dejé vivir
cuando solo era una pequeña sierra
que permití cuajara
en espadas flamígeras.
Le agregué su gotita de alimento
y no me olvidé de regar ningún día
a esa pequeña maravilla vanidosa.
Ahora disfruto de su belleza hirsuta
esperando su cabecita rubia que
algún día se convertirá en vilano
Para que yo...
te pueda escribir.