sábado, 16 de abril de 2022

Cuarto de poeta

 



Buhardilla bajo techo, tablas endebles…

suficientes para asegurar el acoso de las voces.

Un anafre tiznado y pilas de loza desportillada.

Por los rincones lucen

montones imprecisos de ropas y cabellos en rodelas…

El suelo es la única repisa.

Allí solo se cuidan los libros y el papel es alisado con mimo.

La mesa se mantiene limpia solo en un ángulo:

el suficiente para apoyar el tintero y los codos.

Aullan los tranvías

o las cornejas

o un niño que no duerme

la roldana oxidada del pozo

o el trasiego de una escalera diabólicamente transitada.


Hay intentos.

Pones a secar zanahorias, cebollas, algún puerro

a veces intentas tejer o cortar un vestido

escribes cartas y cartas deslumbrantes y fieras

revuelves la sopa, amasas las croquetas distraída...

Tienes las manos negras de ceniza y de tinta.

Los posos del cigarro caen pausados y uniformes sobre todas las cosas,

como el polvo y la sombra y la pena…

y el deseo de Ser con toda el alma.


Marina: necesitabas una nodriza rusa que no leyera libros,

una Úrsula Iguarán,

luchando cada día contra el comején y la carcoma

que lavara tus sábanas y prepara el mijo

que encendiera la luz frente a tu ícono

que te peinara suave, Marina

y pusiera de vez en cuando una rama de saúco en tu lado de mesa

que te estrechará contra su pecho almohada

que te dejará ser sin contratiempos

Pero…¿habrías escrito, entonces?

¿Te hubieras ido a La Montaña y a los Postes de luz tan de continuo?










 

miércoles, 6 de abril de 2022

Conversando con Marina.



Yo nunca iré a Elabuga. Nunca.
  Me quedaré en el serbal otoñal
para buscarte

Y en el ámbar ceroso y oscuro

que se volvió lumbre por la costumbre de tu seno...

Si puedo, viajaré a Praga

y subiré la montaña…

Caminaré la estación de Smichow pero...

Jamás me detendré en Moscú

ni en París (tierras malditas)


Yo también tengo algo así

como tu ranita verde 

la que cambiaste por tu harto mejor collar de lapislázuli...

Caprichosa Marina, no te juzgo

Te dio mucho calor, mucho juego

aquel anillito chino.


Te he buscado impenitente en tus poemas… pero no pude alcanzarte 

(mi oído castellano es incapaz para tu acento ruso)

Se me escapaba el ritmo, el balbuceo …

Sé que me quedo sin tu música

Marina, siempre estoy a las puertas.

Pero te encontré en tus cartas delirantes, en tus borradores, en tus márgenes….

y te quise Marina

por tu orgullo, tu absoluta altivez de poeta casi nunca leída

Por tus máscaras que se adhirieron a ti como tu propia carne...

la amante pura brasa sin cuerpo

 la esposa que seguía al esposo

" como un perro"

La madre que no supo amar de verdad a su niña


Te quise por esa persistencia tuya de la pluma entre la mugre, la loza por lavar, la ceniza …

por tu pelo encanecido y tus ojos verdes…

por tu funesto destino que no entendió nadie.


Ayer eran las dos y yo leía…

alguien vaticinó que tu ceniza daría más calor que tu llama

Más de cien años después  doy fe.

Aferro tus palabras y me niego a dormir si no bebo la última…

Marina, tengo sed y tú tienes agua


Como siempre me pasa quiero cambiar la historia

Me pasó con Celan, con Miguel Hernández, contigo…

Poetas de tiempo aciago, obligados a caer y a tropezar

las doce estaciones del calvario


¿Qué fue de tu Icono? ¿quién lo tiene?

Estoy gozando su brillo desgastado

entre la penumbra de lo sucio y lo feo…

Jamás un cuarto propio,

nunca un manto…

solo el vestido azul de Bohemia

solo los abscesos y la media ceja…

también ¡tus ojos verdes!


En tu patria de abedules y pellizas

en medio de esas cuencas de oro y de bosques sombríos

tú solo encontraste un gancho lo suficientemente fuerte

para aguantar la soga…


Lo entiendo. Casi te ayudo a izarte y no te dejo sola en ese trance

Acomodaré tu vestido y cerraré tus piernas…

abriré el ventanuco de la isba… 

Me arrodillaré ante ti, magnifica Marina

patrona y mártir de todas las poetas.