martes, 17 de abril de 2018

Desentumeciendo la pluma....








Este invierno largo y doliente que termina me ha traído un par de veces sin embargo, esa sensación deliciosa de aprehensión del tiempo al que se deja ser...

Me explico: dejando sobrevolar la mirada desde una de las ventanas altas de Sara, me pareció posible quedarme tendida en uno de los prados que vislumbraba, largamente, sin mover un músculo, olvidada de mí: simplemente siendo y luego... levantarme y regresar a donde fuera llena de gracia. Fue una sensación casi carnal. No intelectualicé nada: sentí simplemente la posibilidad.

¡ Qué descanso ese poder apearse de una misma! Esa sensación que de seguro han vivido los místicos y  que creo es el deseo más fuerte e ignorado de todo ser humano; ese poder apearse por un momento de "la insoportable levedad del ser"que arrastramos día tras día, hora tras hora, minuto tras minuto.

La cultura nos mediatiza. También todas las ilusiones que han volcado sobre nosotros los que nos precedieron y de ahí la contradicción insoluble: ¡Quiero estar tendida en la hierba olvidada de mí, para que lo ignorado de mí pueda salir a flote. Pero entonceces, si ocurre así, seguramente yo ya no tenga conciencia de lo que emerja porque... no habrá nada.  Al haber dejado de oponer resistencia he dejado de diferenciarme. No me daré ya cuenta de lo otro porque ya nada tendrá nombre y será indiscernible pero...¡ qué dulzura de descanso!

Hace un momento he abierto las cortinas de mi habitación y he mirada largamente el magnolio ya pura hoja tierna. Las ramas vestidas rebotaban contra mis pupilas. Al fin, he vuelto el rostro de nuevo inmersa en el magma de mis pensares y sentires y me he hecho cargo como cada día de este peso mío  tan insoportablemente leve ...

3 comentarios:

  1. Leer tu escrito es encontrarse a uno mismo. Cuántos de nosotros vivimos esas mismas sensaciones que tú sabes pintar con palabras mejor que nadie. Gracias, Bego, una vez más conmovedoras y bellas tus líneas
    Loli

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  2. He recordado leyéndote que la cara expresa sentimientos, los labios alegría, fruncir las cejas extrañeza, de los ojos brotan lágrimas de tristeza, de dolor y de alegría, al fondo de la pupila asoma el alma. La boca ha aprendido a hablar y las manos a escribir para decir palabras que nos ayudan a pensar. Pero no imaginaba, hasta leerte, que algunas palabras sirvieran para desconectarnos de nuestros pensamientos y sentimientos olvidándonos de que existimos. Trato de recomponer ahora una cara en el éxtasis de la no existencia. ¡Qué grandes son las palabras del poeta!
    José Ramón.

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