domingo, 5 de abril de 2020

Tiempo de incertidumbre 4 ( tercera semana)








 Una se va callando. Del ansia comunicativa del principio, del voluntarismo y energía de los primeros días, se va pasando suave a una especie de ensimismamiento necesario.

En mi experiencia, la nota principal del confinamiento es una especie de monólogo interior que  me acompaña de continuo mientras trabajo, mientras contemplo, mientras...

"Abril es el mes más cruel" dejó escrito T.S. Eliot y ha resultado cierto.  Las profecías de los poetas son siempre las más certeras.

Cerca de mí, dejándome por ahora intocada, la muerte y el dolor campean por sus respetos. 

El gobierno vuelve a alargar quince días más el confinamiento y me temo que cuando se suavice la restricción, un miedo sagrado nos paralizará a la hora de salir a la calle donde el virus seguirá  acechando. Quién se atreverá a volver a la barra de un bar, a un cine, a una conferencia, a la playa.

De alguna manera nos parecía que pasado un tiempo volveríamos con una euforia amasada por la carencia, a los besos y abrazos que nos habían sido prohibidos.

Soñábamos la reunión de amigos, nos recreábamos en la sonrisas y las mesas juntas. Arreglábamos cuellos, quitábamos pelusas, recogíamos guantes... Ahora sé que esa manera que teníamos de vivir está en peligro. Estoy de duelo. Soy, como todos los europeos del sur, profundamente mediterránea.

He descubierto al hacer mi cama, el escorzo entre casas donde el monte baja al río. Durante el verano, desde nuestra terraza podían verse al amanecer a los corzos bajar al agua. Miro ahora el pequeño jirón de valle con fruición. Su almendro ya plenamente florido, el verde húmedo de la orilla y me quedo largo rato con el embozo en la mano mirando, como si mis ojos pudieran acariciar suavemente mi perdido trocito de primavera. Me he vuelto un poco Tántalo" ¡Ay, ese mirar sin poder tocar!

Me he ido despojando pero yo misma no sé todavía muy bien a qué nivel.  Alterno un par de vaqueros con un pantalón negro para vestirme, pero hay veces que me quedo todo el día con mi bata de arabescos. Creo que en las tres semanas que llevo encerrada no me he puesto zapatos. Me impresiona ver cuánto me sobra. No más pendientes, ni anillos, ni pulseras. No más rouge. Los rizos que me acomodo con las manos. Conservo eso sí, la costumbre de mi colonia de lavanda. Aspiro con fruición su frescor en mis muñecas.

Es poco lo que leo. Se me han caído varios libros de las manos que no voy a cometer la injusticia de nombrar " en época de tribulación", pero sí leí a Lemébel, el chileno con placer. Ha sido el único.

Ahora  más bien rememoro  y me acurruco entre palabras viejas.

Cuando la tarde se va poniendo ámbar, subo con mi bordado a la terraza y entre miradas y trinos dibujo mis flores raras. Sola entre amarillos y ocres, rojos y verdes me dejo ser parte del paisaje.

A las ocho, cuando siento las campanadas de San Gil, dejo mi bordado. Bajo al balcón de mi habitación y aplaudo. Es la hora en la que se abren las ventanas y las cabezas canas se saludan. Las vecinas que veo a lo lejos me hacen gestos con las mano, nos tiramos algún que otro beso como naufragas un poco a la deriva. Nos despedimos al fin y yo, con la congoja de todos los días a esa hora, bajo a ver las noticias.

El pasaporte español, de ser uno de los más valorados del mundo, se ha transformado en una especie de marca infamante. El acento español en algunos lugares despierta rechazo inmediato. Es normal, antes pasó con Italia y antes, con cualquier oriental.


Pero yo sigo pensando que España es un buen lugar para pasar esta pandemia. No es sólo que a pesar de los recortes que sufrió la Sanidad pública en su momento, ésta siga siendo una de las mejores del mundo, sino que además tiene un gobierno que ha optado por la gente. 

Llevamos ya 12. 418 muertos.



2 comentarios:

  1. "A las ocho, cuando siento las campanadas de San Gil, dejo mi bordado. Bajo al balcón de mi habitación y aplaudo." Yo ni siquiera preciso de balcón que , aún teniéndolo en mi sarcófago, no tengo vecindad que arrope mi aplauso. Es lo bueno de la España vacía: las pocas que la habitamos la llenamos de cante,baile y aplausos cada vez que nos viene en gana sin esperar a las 8. Sí espero, y con muchas ganas, esa nueva cita en Oquendo.

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  2. Claro que sí, Paz. Tenemos pendiente algo que seguro será muy especial.

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