Cómo jardinera soy inclemente
El jardín tiembla cuando
me despierto maligna
Cada planta sabe que le llegó la poda y a su modo se prepara.
Inclinan las cabecitas medio mustias…
No perdono a la adelfa desenfrenada, ni al rosal desgarbado sus libertades.
Todo lo que emerge debe
ser comedido.
(Me vengo así de todas mis desmesuras)
Adoro cortar ciertos tallos rebeldes
Las calas rezuman cuando las siego certera y afilada y me unto las manos con su sangre.
Las leñosas simplemente las arrancó haciendo fuerza…
Pero
entonces empieza…
mi inevitable misericordia …
Los helechos son tratados con sumo cuidado y las caléndulas y el bálsamo y los brotes de lirio.
Siempre respeto a la parra de Virginia y acarició a mi pobre limonero exhausto.
No tocaría jamás la rama del olivo: es mi árbol sagrado.
Sólo a él le permito crecer cuánto y cómo quiera.
Es él quien hace caer
la maldita tijera y recordar con vergüenza
" No romperé la caña trizada"
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