sábado, 15 de septiembre de 2012

Cosas que he aprendido



El Zambullidor (Museo de Paestum) Uno de los poquísimos frescos griegos que existen.



Cuando me aferro a mis recuerdos, a mis presencias no hago otra cosa sino sostener el hilo que me une a la tierra. Si lo soltara, me iría con él y sería como si nunca hubiera vivido.

Solo soy mía, más bien, como dice la canción…”ni mía siquiera“ Nadie puede impedir ni mi crecimiento ni tampoco mi desgaste… Todo sucede a su hora; es necesario dejarse ser y disfrutar del espectáculo y dar gracias por el privilegio de poder hacerlo con todos los sentidos bien despiertos.

Por más que intente trabar mi alma, por más que yo misma quiera aceptar que me controlen, ella se escapa y expande como la luz o la oscuridad… ¡inexorable!

Es necesaria una imagen para vivir con estilo. Un retrato favorecido de una misma.
          Vivir sin reflejo es condenarse a la evanescencia. Se descubre así que son los otros los que
          nos encarnan.  
Sobre todas las demás, la de la ternura, es la experiencia más exquisita que conozco. Sentirla o suscitarla es algo así como volverse brizna ondulando, camelia en tris de dejar caer el último pétalo, rosa aguerrida con una única espinita alzada frente al mundo… ¡Se experimenta tal dulcedumbre!  Esa deliciosa caricia de lo vulnerable, ese férreo deseo de defenderlo hasta el final  porque… ¡es tan bello que sea!

 Una cierta mirada puede actualizar en cualquier momento si nos es otorgada, en aluvión de sensaciones indecibles a la que fuimos. Es increíble,  pero... siempre se puede volver a ser aquella muchacha fiera que no transaba.

 Algo de la sabiduría  tiene que ver con renunciar a manipular la vida y aceptar sin amargura el sufrimiento puro que ello produce. Quien queremos no cambiará; el amor no permite superar limitación alguna, solo asumirla si se puede y sin embargo, si amamos seremos capaces, a pesar de la impotencia, de cualquier cosa. Lo sé, quizá porque soy poeta.

 Negarse a hacer demasiadas preguntas acerca del pasado.  El pasado es inútil porque es inmodificable. Si sirve de algo “volver” es solo como instante de contemplación o catarsis.

 El futuro, inevitablemente evade. El disfrutar rosas virtuales impide saborear con fruición la ausencia de ellas y su realísima nostalgia.

El presente es insustituible. Nunca hay que despreciar sus posibilidades. Se nutre de cierto pasado que le proporciona perspectiva, también el porvenir late en él  pero solo para no perder la sensación de senda. Es conveniente sacudirse a menudo mientras se avanza el polvo de las sandalias.

 Nuestra vida es este punto de unión que nos tensiona, a veces en nudo corredizo, a veces, en collar de filigrana.

 Vivir es atreverse a poner un paso funambulesco en lo eterno...Somos equilibristas y regio es cada paso que damos con la pértiga bien cogida.

Y... es mejor saltar que caer al mar del zambullidor, que en su profundo azul,  inevitable, espera.

6 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo: somos memoria selecta de lo cuotidiano, por eso intuimos los abismos cuando caminamos, sabemos sobrevivir al dolor destructivo del pasado y nos reconocemos en los demás. Así es: no hay goma para borrar lo vivido. Begoña, logras maravillosamente dar claridad en el presente a la tenue coincidencia del pasado con el inminente futuro congelando la imagen del zambullidor en nuestra retina. Hic est quaestio saltar o caer. Gracias una vez más. José Ramón

    ResponderEliminar
  2. ¡Por Dios que es agradable que te den las gracias una y otra vez por lo que constituye lo más gratuito y a la vez esencial de ti misma; estas palabras que semana a semana registro aquí!
    Yo te agradezco a ti, José Ramón, porque no te cansas de entregarme cumplidamente y con largueza "mi salario de escritora".

    ResponderEliminar
  3. No lo había leído, no sabía de este escrito tuyo. Y en efecto el camino es como lo describes, aceptar esa renuncia a domesticar la vida, parase solo un instante para echar la justa mirada de lo que pudo ser y no fue, y recomenzar cada mañana libre de balances. A veces, las más, aceptar que lo que sea será a pesar de lo que fue, sin aspirar a vencer los predecibles vértigos es el mejor consejo.
    Un abrazo Begoña.

    ResponderEliminar
  4. Eso, compartamos sabiduría...Estoy esperando un sabroso relato de los tuyos, ahora que se acabaron "las terribles puertas".

    Un abrazo, Oscar...ahora ¡al cine! (voy por primera vez a la clausura del Festival)

    ResponderEliminar
  5. Es uno de tus mejores escritos, Begoña. Vencer el vértigo y saltar desde el pasado inmutable hacia un futuro incierto. José Ramón

    ResponderEliminar