Otoñar...
Envejecer es descubrir
el secreto de la niebla.
constatar su algodonosa compasión.
Es también esa noticia
de la punta embotada de los dardos...
Triunfa lo que está pronto a
desviarse, a caer, a ser pisado...
Cuesta la luz.
De alguna forma desaparece
el horizonte de los barcos...
El mundo adquiere una convexidad
inexorable...
Todo gime en trance de resbalar hacia lo hondo.
Nada más pleno que, al filo de la mañana, sentir como las palabras van llegando una a una, buscan su lugar, se toman de la mano y... me dicen.
Exquisitos versos... José Ramón.
ResponderEliminarHoy, antes de regresar a Pamplona, he visto desde el proscenio del peine de los vientos la silueta de un barco solo en el horizonte, tan lejano que parecía inmóvil. Imaginando los barcos sin horizonte de tus versos he sentido escalofríos. Abducido por los gemidos de las olas desde lo hondo del suelo he levantado al rato la vista y el barco lejano había desaparecido. ¡Qué desolado ha quedado el horizonte sin barcos!
ResponderEliminarTus versos, Begoña, nunca envejecen. Siguen sugiriendo nuevas formas cada vez que se leen. Gracias por recordarlos. José Ramón.
Querido José Ramón, desgraciadamente todo desaparece...el horizonte, inevitablemente se va quedando sólo pero...mientras aliente un átomo de conciencia y emoción en nosotros, lo poblaremos. No sabes cuánto agradezco tu fidelidad!!
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