El escaramujo que hiere en diciembre...
me es más grato que la rosa temprana
La milgrana, ikebana mortecina,
me dirige la mirada...
Florece el romero, alguna malva pobre
el acebo y el muérdago,radiantes
Diciembre es un asesino selectivo
ha matado la albahaca y el cilantro,
pero es un obstinado protector del ciclamen
ha matado la albahaca y el cilantro,
pero es un obstinado protector del ciclamen
No quiero cortar, ni recoger, ni preservar
Yo solo miro...
Me basta en esta hora la elegante cicatriz...
Entiendo la dulzura de la espina.
Increíble, Begoña, que un paseo en diciembre con casi toda la vegetación hibernando, te provoque esta belleza, en la que los rojos del escaramujo y la sangre destacan sobre todo lo demás. Cómo puedes trasformar la espina en dulzura!
ResponderEliminarLo comparto, es precioso
Loli
Si la foto dice mucho, acompañada de esa sensibilidad y observar, lo que pocos ven, el resultado, este/tu bello poema, canto a esta desnuda naturaleza invernal.
ResponderEliminarComulgo, con... "No quiero cortar, ni recoger, ni preservar
Yo solo miro..."
Gracias Begoña
Esas miradas que descubren los minúsculos brotes de vida junto a afiladas espinas, capaces de convertir en belleza albahacas moribundas, y en poesía el morir y el renacer del frío diciembre, esas miradas tuyas, Begoña, me hacen pensar, imaginar y admirar otra vez tu palabra.
ResponderEliminarJosé Ramón.