Yo nunca iré a Elabuga. Nunca.
Y en el ámbar ceroso y oscuro
que se volvió lumbre por la costumbre de tu seno...
Si puedo, viajaré a Praga
y subiré la montaña…
Caminaré la estación de Smichow pero...
Jamás me detendré en Moscú
ni en París (tierras malditas)
Yo también tengo algo así
como tu ranita verde
la que cambiaste por tu harto mejor collar de lapislázuli...
Caprichosa Marina, no te juzgo
Te dio mucho calor, mucho juego
aquel anillito chino.
Te he buscado impenitente en tus poemas… pero no pude alcanzarte
(mi oído castellano es incapaz para tu acento ruso)
Se me escapaba el ritmo, el balbuceo …
Sé que me quedo sin tu música
Marina, siempre estoy a las puertas.
Pero te encontré en tus cartas delirantes, en tus borradores, en tus márgenes….
y te quise Marina
por tu orgullo, tu absoluta altivez de poeta casi nunca leída
Por tus máscaras que se adhirieron a ti como tu propia carne...
la amante pura brasa sin cuerpo
la esposa que seguía al esposo
" como un perro"
La madre que no supo amar de verdad a su niña
Te quise por esa persistencia tuya de la pluma entre la mugre, la loza por lavar, la ceniza …
por tu pelo encanecido y tus ojos verdes…
por tu funesto destino que no entendió nadie.
Ayer eran las dos y yo leía…
alguien vaticinó que tu ceniza daría más calor que tu llama
Más de cien años después doy fe.
Aferro tus palabras y me niego a dormir si no bebo la última…
Marina, tengo sed y tú tienes agua
Como siempre me pasa quiero cambiar la historia
Me pasó con Celan, con Miguel Hernández, contigo…
Poetas de tiempo aciago, obligados a caer y a tropezar
las doce estaciones del calvario
¿Qué fue de tu Icono? ¿quién lo tiene?
Estoy gozando su brillo desgastado
entre la penumbra de lo sucio y lo feo…
Jamás un cuarto propio,
nunca un manto…
solo el vestido azul de Bohemia
solo los abscesos y la media ceja…
también ¡tus ojos verdes!
En tu patria de abedules y pellizas
en medio de esas cuencas de oro y de bosques sombríos
tú solo encontraste un gancho lo suficientemente fuerte
para aguantar la soga…
Lo entiendo. Casi te ayudo a izarte y no te dejo sola en ese trance
Acomodaré tu vestido y cerraré tus piernas…
abriré el ventanuco de la isba…
Me arrodillaré ante ti, magnifica Marina
patrona y mártir de todas las poetas.
Marina, yo tengo sed y tú tienes agua ¡ qué belkeza, Marina..digo Begońa !
ResponderEliminarYo tampoco oiré nunca su música (y cuánto me hubiera gustado poder hacerlo...). Tampoco sé conversar con ella a través de esas certeras señas (la mugre, la loza, la pelliza, el icono, la isba, los ojos verdes...qué bien sabes encontrarlas). Pero su destino de poeta irreductible, su orgulloso martirio, su tragedia, tan rusa, tan aristocrática, me hirieron de inmediato y me trajeron su palabra a través de la lengua y el alfabeto extraños... Insobornable Marina, nadie como tú representa para mí el orgullo y el dolor.
ResponderEliminarMuchas gracias, Begoña.
Quién le iba a decir cuando escribió "A ti, dentro de un siglo"... Eskerrik asko, Begoña, por tu magnífico poema...
ResponderEliminarTodas las primaveras son luminosas, gracias al "lumen" de tu vela de cera de abejas rojas.
ResponderEliminarImpregnas tus palabras con tinta de aroma de lirios y frescor de menta.
Gracias Begoña.
José Ramón.