Esta mañana de domingo
hay regocijo de campanas…
la parra ya pura celosía dirige
su sinfonía de luz hacia el adentro
Rayos de luz están danzando ahora su intrincado minué sobre el ajedrezado de la sala…
En mi cuarto se pelean en el sitio exacto donde anoche apoyé mi cabeza…
A las luces les gusta el satín de mis libros
Abrillantan la pequeña manivela de la caja de música
Curiosean en las cejas golondrina de la mujer de Modiggliani…
En la terraza la luz se ha vuelto brasa desvaída sobre las viejas tejas que esperan sus toritos de Pucara…
Bajaré al patizuelo a beber sombra …
antes de que se acabe la mañana.
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