¡Mírame esposo!
Para que riele esta noche de agosto
tan lejana y hermosa como acostumbro.
¡Tócame esposo!
Para que pueda acodarme en el alféizar
toda abandono y cadera quebrada
¡Bésame esposo!
Para que vaya impoluta a los infiernos
con la suerte hecha el óbolo bendito
que reserva la vida a las felices.
Esposo de áureos dedos
¡descórreme la aurora!
Inaugura la luz, alto de lanza
fuerte de escudo.
¡Dime!
Si tú conmigo
¿quién osaría sorprenderme?
Tus caballos avanzan aguerridos
hacia un nadir desleído de miel
por mor de tu mirada en mi costado.
Amado ¿te quedarás conmigo
hasta el final del día?
¿Aquietarás mi miedo
con tu flauta de fiesta?
Amigo, escúchame un momento
¡acaricia las zorras desatadas!
Ruedan sobre el regazo tus granadas
y su jugo corroe mis desdichas.
Aquí, debajo del manzano
soy amada
de cadera a razón, acariciada.
Soplas sobre mi empeine
acaricias sin daño mi cintura
de par en par me miras
en noviembre, en almendros
en la distancia mínima ¡tan dulce!
Tardes de las conversaciones
en que fluyen saltando
pequeños pensamientos sin corteza...
¡Ay esos tiempos
de los puentes, de la lluvia finita
de las manos inevitablemente juntas…
Hola Begoña, me ha encantado tu poesia. Emociona. Muchas gracias
ResponderEliminarY a mí me encanta tu comentario.
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