jueves, 19 de febrero de 2015

Por qué escribo...




Muchas veces he sólido preguntarme el por qué me levanto al alba cuando solo rebullen los gatos y el crisantemo es aún sombra en mi ventana, qué es lo que hace que me yerga, eche sobre mis hombros el chal de mi madre y en soledad perfecta, me ponga a escribir.

Sé, mientras muevo la pluma, que nadie espera mis palabras y sin embargo, ahí estoy bien despierta contra mis tres almohadas en equilibrio, disponiendo mis palabras una tras otra con verdadera concentración. Pensándolo bien y, a pesar que la cuestión es compleja, la respuesta más sincera a la pregunta por muy extravagante que parezca es que en realidad escribo para poder leerme yo.

sábado, 7 de febrero de 2015

Viaje de Navidad...a L' ile de France




Invierno en Moret



Un viaje en invierno tiene siempre algo muy especial y si es hacia el norte, adquiere entonces un algo de peregrinaje en estación ingrata.


Hemos subido hacia la mitad oriental de la región que rodea a París (I' ile de France), donde el Sena recoge las aguas de todos los ríos del departamento del Marne: el Orvin, el Voulzie, el Yonne, el Loing, el Yerre. Los antiguos estanques y pantanos que caracterizaban el paisaje de la zona han sido drenados en su mayoría, pero aún así ésta sigue siendo tierra de aguas. Se enseñorean los grises, los ocres, los apenas azules. La niebla acolcha la tierra, desdibuja los caminos, los muretes, los tejados y también el espíritu de la viajera. Los días son tan cortos que un poco después de las cinco ya se siente la cercanía de la noche y toda huella de humo, todo reflejo de luz despiertan un sinfín de evocaciones.

Al pasar, hemos visto cuervos negrísimos hollando los rastrojos, pequeñas rapaces que se sostenían bamboleantes en los maderos de las lindes, la llanada se sucedía en lomas verdosas o negruzcas según del cultivo del que descansaban. Los árboles ateridos, defiendían su desnudez entrelazándose. A lo lejos algo que parece castillo o fortaleza. Más cerca, una iglesita con un enorme árbol de Navidad en que el viento movía guirnaldas y estrellas pobres... un paisaje al gusto del más puro romanticismo del XIX.

En invierno se viaja despacio pero con la imaginación detenida en lo cálido, deseando llegar al refugio, al té, al chocolate, a la conversación en sillones enfrentados. Se anhela la luna clara adivinada detrás de ventanas bien cerradas que reflejen el perfil de la pequeña iglesia... Se anticipa el solaz de estar tendida en una cama alta, con la espalda apenas elevada contemplando un solitario trozo de cielo nuevo, en un pueblito perdido de L'ile de France, la región que rodea como una diadema a París, en la que por unos días hemos sentado plaza. Un lugar que anhelaba sin todavía conocerlo.

sábado, 24 de enero de 2015

Dido.




Mi mirada
en el valle te divisa
(solo de ti sin bandera
sin pañuelo, sin divisa
caracoleo hacia el mar...)
Alta mira
tu mirada
¡no me mira!


A veces, el poema es un borbotón que logra expresarse apenas...Escuchen después del poema un aria maravillosa "Remenber me" de la ópera  "Dido y Eneas" Espero que sientan a Dido.


jueves, 8 de enero de 2015

El último trigal de Vincent Van Gogh




Trigal con cuervos (Auvers sur Oise, 1890)


 Cuanto de amor-gillette
para que abriera
en cuervos ciegos de sangre
y de espiga todavía,
en jirones de luz descalabrada
tu costado?

Retorciste la brújula
para no distraer el norte
de la tierra disparada.

Encontró al fin tu huella
la vida-leopardo.
No te saltó...
¡tú, la mordiste a ella!

                                                    de "A la altura del lirio"

sábado, 20 de diciembre de 2014

Mi madrina...


El mundo de mi madrina y Ziripot.



La muerte me devolvió su voz esta tarde cuando, agotada tras la larga jornada de clases, imaginaba mi ramo de Navidad frente a las flores del San Martín.

Pino, Bego, frutos rojos. Siempre tallos largos- oí clarito- ¡Más verde! Un poco más alto... Sí, ese par de piñas. Sí.  Así...

Nadie me regaló jamás tanta flor como ella. Cada venida quedaba señalada por regueros de ramos variopintos que mantenían su belleza mucho tiempo después de que se fuera. De ella aprendí a disponerlos con y en cualquier recipiente que pudiera contener agua... La idea de flores recogidas al pasar debía ser una ilusión constante. Lo primero era desatar amarras (ambas odiábamos el alambre y los tallos cortos) luego acariciar cada flor mirándole el perfil. Ensayábamos hasta descubrir el punto justo en que cada una, quería apurar poco a a poco su tiempo hasta el límite.


Caíamos con frecuencia en la tentación de malgastar el agua llevadas por el placer de poner las manos bajo chorros ubérrimos. Lavábamos enaguas, pañuelos y platos: eran nuestra coartada. En otro tiempo hubiéramos sido mujeres de fuentes, de cisternas, de pozos... Las dos nos enamorábamos de objetos estrafalarios de belleza evidente solo para nosotras. Me enseño que puestas de cierta manera, en determinado ángulo, una vieja cesta de mimbre con una patina especial, un herraje cuyo uso era pura conjetura, se convertían en entrañables obras de arte.

jueves, 4 de diciembre de 2014

El caballero del cisne







..."Pero había una condición, ella jamás podía preguntarle como se llamaba o de dónde provenía...


En los cuentos y leyendas que a veces nos contaron o leímos en aquellas tardes de lluvia de nuestra infancia, se esconden arcanos emocionales que cuando éramos niños se nos fueron entregando como bellos enigmas que más tarde, se han ido desvelando uno por uno a medida que vivíamos... Esas hermosas mujeres dormidas que esperan un beso para revivir, esos malvados, vencidos simplemente por la fuerza de la ternura, se entrelazan con  la inmensa  tristeza de aquellas pequeñas tragedias que nos hicieron llorar un día...El soldadito de plomo, La sirenita, La pequeña cerillera...manifiestos dolorosos que también nos enseñaban de la vida.

Existen entre estos cuentos tristes de infancia, un tipo de historia que siempre me ha intrigado por la dureza esencial de su desenlace. El mejor ejemplo que conozco tal vez sea  la leyenda de Lohengrin,  el también llamado " Caballero del cisne"

El motivo básico de esta leyenda  se repite tanto y en tan diversas culturas, que pienso que lo que allí ocurre, quiere expresar algo que  pertenece a nuestro inconsciente colectivo, que es parte de un fenómeno que se hunde en la entraña misma de nuestra estructura emocional y que nunca termina de entenderse como no sea mediante el símbolo o la metáfora.

El esquema básico de la historia es siempre el mismo: Advertencia previa y transgresión que se traduce en ruptura súbita.

La historia comienza con una relación inicial que se adivina feliz pero cuya continuidad está sujeta a la condición que pone uno de los dos protagonistas que forman una pareja. A veces es ella, a veces es él, ( el Caballero del cisne)  quien advierte acerca de la importancia de no pronunciar determinada palabra, de no hacer jamás determinada pregunta...  Las advertencias son de la más diversa índole pero ninguna parece muy difícil de respetar. La condición es aceptada (se supone) y con ello, se da inicio al desarrollo de una relación en que la confianza y el cariño entre ambos no hacen sino acrecentarse hasta que...

...desgraciadamente y sin aviso se produce inevitable, el momento en que uno de los protagonistas, no sabemos si engañado por esa traicionera sensación de impunidad que suele producir la asiduidad o simplemente porque ya no recuerda aquello que una vez se estableció como límite, murmura la palabra, hace la pregunta prohibida y con ello... desencadena el desastre.

sábado, 22 de noviembre de 2014

De visibilidad y poderío ...




"Y...Dios creó a la mujer" Eliana Tuscello, pintora argentina.

                                                          A Libe, que tiene una hija, para que no olvide la tarea.


Nada puede hacer más imbatible la autoestima de una mujer que el haber nacido en una familia en la que ha sido querida y valorada en razón de ser quién era: una niña.
Una familia en que la madre ha planteado desde la infancia, expectativas como la de ser médico misionera en el África profunda o el próximo premio Nobel de literatura y el padre le repite encantado -eres tan lista como tu madre- hacen posible en toda mujer la persistencia de unas alas que pugnarán siempre por desplegarse en vuelo, sean las que fueren las circunstancias que el futuro le depare.

Tuve que esperar a mis quince años para tomar conciencia de que mi sexo implicara algún tipo de limitación. Fue a través de la literatura. Leyendo a Unamuno, al que sentía algo así como mi alma gemela, fue que me enteré de que " las mujeres en razón de las particularidades de su sexo, están limitadas a desarrollar únicamente el género literario epistolar" La frase me hizo caer del limbo y tomé conciencia de que muchas veces, demasiadas, lo que hiciera y cómo lo hiciera, me sería juzgado de acuerdo a una categoría en la que yo hasta entonces no había reparado; mi pertenencia al sexo femenino.
Desde entonces he perdonado con un poco de condescendencia la "miopía" de muchos grandes hombres y sus juicios sobre aquello que lo femenino sea  (Aristóteles, Kant, Nietzsche...) Mal que mal, ni hombres ni mujeres podemos sustraernos del condicionamiento que nos impone nuestra época. Pero tal vez por ello, he admirado mucho más a algunos como al viejo Platón, ciudadano de una de las más misóginas sociedades que se conozca y que pese a ello fue capaz en La República, de dejar claramente establecido que "Aquellas mujeres que estuviesen naturalmente capacitadas, deberían ser educadas de la misma manera que los hombres capaces porque..." no existe nada más ventajoso para una ciudad que el que existan en ella hombres y mujeres dotados de todas las excelencias posibles" Esto se escribió en Grecia el siglo IV antes de Cristo.  Platón prueba que, aunque siempre nuestra época y circunstancias nos condicionen, no nos determinan.

La infancia y adolescencia suelen ser momentos privilegiados para imaginar una vida