Para mi amiga Marisol.
Es imprevisto y grácil. Tinteneante como canica que se acerca saltando. No es azul, ni verde, ni amarillo, ni gris. Sé que tiene el negro profundo de los terciopelos irisados. Es un terroncito de azúcar que convierte el acibar más amargo en un insólito trago de miel, en una frase de Malher persistente y constante el corazón del ruido, en una redonda certeza, el ángulo agudo del desespero.Es una dulce estocada. Un toque que devuelve a la vida mengüante su maravilla rara por un momento. Suficiente para hacer pertinaz la sonrisa de asombro...
¡Pobre de quien no haya sido visitado nunca por este toque insólito de terciopelo!