viernes, 27 de septiembre de 2013

Otoño...



¿Quién piensa en el otoño aquí en el norte, con todo lo que nos ha costado olvidarlo? No me pidan a mí que le cante metáforas a ese greñudo pelirrojo harapiento. El sabe muy bien por qué no andamos en buenos términos últimamente. No es solo vuelo de hojas y aroma de hogueras lo que trajo en su morral la última vez que vino, sino penas que esparció recio y sin contemplaciones a lo ancho de setiembre, octubre, noviembre… quedando cada uno asolado a su manera por la torpeza brutal de ese hombrón insufrible que me odia. 

No me cuenten de nieblas cerradas allá por la Alameda, ni menos del crepitar de la hojarasca de calle Macul, apenas alumbrada de farolas de luz pobre, muy pobre. No, no me menten boinas grises, ni crisantemos menudos… a él no le va lo delicado… es turbio. 

No sabe de Haikus ¡qué va! …aquella delicada bandada de patos en formación perfecta muy alta en el gris y que yo le pedí que se tatuara como enseña… le hacía reír a carcajadas ya entonces, la verdad es que mi anacronismo romántico daba para sonrisas…  

Les voy a contar la verdad… el otoño lleva guadaña oxidada. La belleza que se le adhiere al filo me hizo creer, miope como soy, que se trataba de una acuarela suntuosa la que desplegaba a su paso… ¡mentiroso! La próxima vez que venga, aunque me traiga de regalo una parra de Virginia para mí sola, juro que le daré con la puerta en las narices… ¡si supieran! 

Yo lo amaba. Adivinaba sus señales promediado el verano y languidecía de ansia…soñaba con su aroma de hojarasca escaldada que me asaltaría de pronto al pisar descuidada cierta calle, constatando su vuelta en ese viento apenas tocado por un cierto relente de estremecimiento gozoso… ¡cómo me enamoraba su elocuencia sombría en aquellos días que no calzaba espuelas!... Otoño, decía yo. Otoño como quien dice amante, como quien dice… amigo. 

Pero me traicionó.

domingo, 22 de septiembre de 2013

"Eichmann en Jerusalén" (Estudio acerca de la banalidad del mal) de Hanna Arednt






 Para Libe, que ha estudiado Ciencias Políticas y Educación Social.

Es conocida la génesis de este libro como consecuencia directa de la asistencia de H. Arednt al juicio que se llevó a cabo durante 1961 en la ciudad de Jerusalén contra el ex teniente coronel de las SS, Adolf Eichman, criminal de guerra, cuyas actividades se desarrollaron entre 1933 y 1945 al servicio del nazismo, y que cobraron un vigor irreversible a partir del famoso mitin de Wannsee, Berlín, en enero de 1942.
 A lo largo del relato del desarrollo del juicio, Hanna, que no era simplemente una reportera aguda sino una filósofa de primera línea, nos adentra en las múltiples cuestiones que a su pensamiento bien entrenado se van presentando a lo largo de las interminables sesiones. Cuestiones antropológicas, políticas, éticas, psicológicas, de derecho…surgen una y otra vez dimensionando la reflexión y haciendo que cada página de este estudio adquiera una impresionante densidad de sentido. Nos deja así, un legado profundamente inquietante que debiera ser, a mi juicio, de lectura obligada para todo ser humano, sobre todo cuando parecen acercarse nuevas “épocas de oscuridad”.

martes, 17 de septiembre de 2013

Para poder dormir




El sueño será fácil
si la luz, ámbar
si el sonido,
una pausa cordial...
Si el aroma, humo y
allá en el fondo algas de agosto
 reverberan

Necesitamos tocar la gastada lujuria 
de los cuellos
la caricia de la imposible mano
casi posible...ahora

Solo así
traspasados de lo que fue la vida buena
podremos pedir...
¡Baja un poco la lámpara, nodriza!
... no hay encargos.

 Este poema adquiere su verdadero sentido, creo yo, si se ha leído el último de Alfonsina Storni.  http://www.poesi.as/asop0040.htm

lunes, 9 de septiembre de 2013

Explicación.




Mis queridos lectores:

Aquellos que aterricen en esta página para leer mi reseña sobre "Eichmann en Jerusalén" de Hanna Arednt, se encontrarán con esta nota que les notifica que la he retirado temporalmente con el fin de profundizar en algunos aspectos que lo exigían.  Los blogs  permiten modificar una y otra vez nuestras palabras, hacerlas más precisas, más inequívocas, más certeras...¡qué felices hubieran sido Joyce, Proust y otros con este artilugio!

 Les prometo que, a la brevedad, volveré a reponerlo.