martes, 8 de agosto de 2017

Requiebros.








Mi querido lobo:

Aunque no sea lo más usual e incluso un atentado contra la mínima discreción, voy a dejar dicho públicamente y sin sonrojo que me enamoré de usted al más puro estilo de Petrarca: apenas cruzamos la primera mirada. Sí señor. Como todo amor que se precie, el mío fue un amor a primera vista.

Amor rotundo, determinante, lleno de pavor ante la terrible posibilidad de no ser correspondido y por lo tanto obligada el resto de mi vida a cantar en versos procelosos al terrible desamor. No, yo no quería un amor funesto que me desgarrara y al que a pesar de todo, yo llamara bendito como hizo el florentino refiréndose al tormento delicado con que lo castigó en vida y en muerte la distante Laura de Noves.