sábado, 30 de noviembre de 2019

Cuando se va noviembre







Cuando se va noviembre...
tú me vuelves
cuando cuaja el violeta
y el aire se vuelve cristalino... 
entonces
cuando  la lluvia lustra las hojas de la higuera
cuando adquieren el susurro tenaz de las sedas ajadas
vuelves tú.

En este atardecer sin luna clara
volveré mi mirada cansada hacia
poniente y te diré ternezas
 las mismas, las de siempre
quizá con más deleite todavía...

Necesitamos penumbra, parpadeo,
necesitamos llama para que yo te diga
las palabras más lindas
Y tú me respondas elocuente...

En esta, la hora del temblor
mi alma que te acecha cada día
 te atrapa y logra acariciarte...
Ocurre
cuando la hora de noviembre
arrulla a punto de susurro y sueño...


miércoles, 6 de noviembre de 2019

Mañana de cumpleaños



Mis cosas...



Abrí los ojos y llovía...
en la fronda del jardín anegada y sombría
las hortensias eran manchas de ocre ceniciento.

Este año el mundo se ha tomado las cosas con más calma
normalmente  canta las mañanitas
apenas  me despierto y salta a mis brazos jubiloso...
¿Aquí no hay música? les grité a mis judíos
pero ellos continuaron secos e imperturbables
¡dejate de niñerías, chica!
 los libros, las estampas y...
hasta el querubín y su laúd me decian lo mismo, socarrones

¡Hey, qué es mi cumpleaños
Y....¿qué pasa?
Pasa, que...¡ quiero mis regalos!
Me levanté y me miré al espejo...
Me quedé largo rato frente a mí constatando
que hoy se impone la gris lucidez a mis cambiantes ánimos
y no habría cabriolas por más que lo intentara.

Acaricié mis cosas como si, de verdad, me sintieran.
Abrí la ventana, aspiré el perfume de la albahaca 
abrí mi correo...
y...
 deseé con toda el alma
(eso nunca se pierde)
que al acabar el día
 una ranchera
tocara a mi ventana



viernes, 1 de noviembre de 2019

Dos de noviembre





Cuantas castañas que no recogimos
se amontonan en el reino del jamás  nunca
cuántas ausencias a las seis de la tarde hacia tu casa
cuanto té dulce que jamás volveremos a beber...

En este día de hoy, estoy en Elantxobe
cogida de tu mano
frente a una tumba que ya no sé encontrar
Hemos puesto crisantemos amarillos y
como cada año me cuentas la triste historia de Begoña...

Ahora se me amontonan los muertos, aitatxu
y prefiero congregarlos frente al fuego de mi memoria invicta
y en esta noche de negro terciopelo
apasionadamente dejarme abrazar...