jueves, 16 de noviembre de 2017

Equilibrio.





Miró

Toda época equilibrada es parca en poetas y sobreabundante en  maestros y academias. Quién dice poesía, habla de desmesura. También de una suerte de carencia esencial para el cálculo. Recordemos que ya desde Platón, aunque cubiertos de honores, los poetas fueron  desterrados de la ciudad por ser una especie de solitarios remisos a todo objetivo común. Funambulistas, atentos únicamente a sus propias cabriolas. Efectivamente, el poeta no entiende de bien común. No acepta aguas que no sean las que fluyan por sus propios cauces porque simplemente no las entiende pero claro, estoy hablando de poetas no de versificadores, ni de estetas. Hablo de esos seres incómodos cuyas figuras se parecen a “la línea recta” de Miró.
El reino de la poesía es el de lo irrazonable.
El canto solo brota de quien está dispuesto a escuchar el de las sirenas sin la prudencia de las ataduras. El astuto Odiseo, el de la ropa puesta a resguardo, tenía justamente un alma equilibrada. Por eso pudo llegar a Ítaca. El poeta, en cambio,  siempre se queda en el camino. Es de esos que no saben dónde van pero van con una brizna entre los labios y además contentos. La palabra que encuentran casi por casualidad es siempre alimento suficiente. Degustarla, para ellos, es un placer que podrían envidiar los mismos dioses por la fruición con que lo hacen.

 Los equilibrados de la historia, esos *famas bienintencionados y predecibles les aconsejan continuamente la necesidad de medirse y no embriagarse de mala forma con la vida, ya que como todo el mundo sabe los excesos se pagan. Tratan de moderarlos y ordenarles las costumbres y las expectativas para que no se les fastidie el hígado, les suba la presión o las ojeras se les vean francamente escandalosas. No entienden que el *cronopio- poeta  está dispuesto siempre a pagar gustosamente sus excesos y además se siente privilegiado si con ello consigue eso que se le escapa como una mariposa que le vuela obstinada la cabeza.

Sí, aunque finalmente caiga en la glosolalia y lo dejen más solo que la una y no lo lea nadie y le rechacen todos los versos por crípticos, impúdicos o simplemente inclasificable, él se va con su cuaderno andrajoso  y sigue escribiendo para sí mismo en los márgenes y hasta en el polvo, la arena o las paredes si se tercia, autosuficiente como un rey. Sabe que al final, tendrá razón en haberse adentrado en tamaños recovecos, una razón extrañísima porque es irreducible a argumentos y solo a él le convence. Es que esa palabra que busca lo merece.

Cómo  no recordar a E. Dickinson y su vestido impoluto acumulando versos y lirios en sus cajones sin publicar absolutamente nada. A Tellier allá en el Sur del mundo, borracho de nostalgia de rieles y esperando una carta de lluvia. A Stvetáieva plagada de forúnculos escribiendo abstraída del serbal y el aroma a resina, frente a la hierba grasienta del suburbio parisino…y a Vallejo que se murió con aguacero como siempre supo y a Maldestan con su maleta de versos rumbo a Siberia… 
Quise cantar el exquisito equilibrio que nadie, si no un poeta de raza entiende y que tan poco tiene que ver con el sentido usual de esta palabra.
Hay un punto secreto que al tocarlo vibra. Esa es la tarea por la que el poeta se atreve a la cuerda floja…
 Si.  Porque solo entonces y por un instante, el alma, se equilibra…

*Nota: Leer el libro de Cortázar "Historia de cronopios y famas"

2 comentarios:

  1. Leído, releído y disfrutado. Qué capacidad la tuya para aclarar el sentido de las cosas y llegar siempre hasta el fondo! Begoña, menos mal que de vez en cuando te apeas de tu condición de cronopia aunque vuelvas enseguida a tu estado más feliz. ¿Cómo si no, podrías llevar la cuenta de tantas normas, notas, datos...? Estoy deseando que termines de trabajar para que seas siempre cronopia.
    Otra cosa ¿todos los poetas son cronopios pero hay mucho cronopio a años luz de la poesía ¿no?
    Mil gracias por tus palabras

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  2. Pensando en la pregunta que me haces, tendría que decir lo primero, que en la realidad no existen "cronopios puros", únicamente ramalazos débiles a veces, fuertes otras. Su relación con la poesía es evidente siempre que el poeta posea espíritu juguetón.Pero hay poetas que no son cronopios. Fueron traspasados por el dolor del mundo y perdieron la capacidad para hacer fintas y reírse hasta de su madre....
    También existen cronopios malandras que no entienden otra poesía que no sea la de las mangueras irisadas, los zapatos mojados, los ramos de malvalocas...Especies, subespecies...

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