Las piedras no hablan
pero dicen…
En sus junturas acechan
los fantasmas del mito.
Sé que me sentaré
junto a Climtemnestra
bajo el almendro florido
y aceptaré su mano de viento.
Esta cita era inevitable
(desde que leí a Christa Wolf)
Hemos bajado juntas
hasta la cisterna y hemos
tocado el agua
El viento desde el mar
los viejísimos olivos
el desfiladero y la rampa de piedra eran las señales:
Yo necesitaba su mano y
Ella, la mía…
Hemos vuelto a sellar el pacto.
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