A veces, en el giro de una conversación, en
medio de una página, en la sonoridad de una palabra, me detengo llevada por una
especie de anhelo de juego…
Me gusta
tirar de la punta del hilito que queda asomando en el ribete de algunas
palabras para llegar hasta donde pueda o me deje.
Hoy voy a
jugar un poco con la palabra “altura” porque es de verdad muy interesante, como
detrás de expresiones tan usuales entre nosotros como “tener altura”,
“estar a la altura”, “ponerse a la altura”….late una acepción de la palabra de
la que no solemos percatarnos de inmediato. Me refiero a la noción de
“excelencia” (aquella que hace que algo sea digno de respeto y aprecio) y
que se adhirió a nuestro lenguaje por influencia de la filosofía griega.
Conseguir
altura, en este sentido implica un ideal de ser, al que lo que “es” debe
intentar alcanzar, para serlo en plenitud de sentido. No se nace “a la altura”;
se consigue…a veces. Vivir humanamente para los griegos, implicó una
tarea en la que el ser humano debe empeñarse mientras vive si quiere
estar a la altura de un anhelo profundamente adherido a su
naturaleza. Este es, el de salir de la caverna (este mundo imperfecto
nuestro donde lo bueno y lo malo se mezclan inexorablemente) para subir hacia
lo alto, allí donde está la luz y podemos vislumbrar lo bello y lo bueno
sin mácula. La ascensión no termina allí, es necesario subir más alto aún y
mientras escribo esto ,es inevitable que venga a mi memoria aquel “Ata tu
carro a una estrella”, lema de mi liceo santiaguino que adornaba el
escudo de mi uniforme y que tan hermosamente traducía ese ¡Sube! de
Platón. Esta subida es una dura tarea que no tiene únicamente un sentido
teórico: los griegos querían justamente saber para “estar a la altura”. Esto
es: para poder actuar de acuerdo a ese Ser que no era ya una
caprichosa construcción de la imaginación, sino el descubrimiento de una
inteligencia profundamente apasionada que exigía coherencia vital. Los
griegos amaban la integridad.
Todos los
mitos griegos de una forma u otra dejan claro que esa que lleva al
cénit, no se trata de una subida fácil y sin consecuencias. ICARO cayendo
a plomo con sus alas quemadas, tal vez sea el mejor de los ejemplos de lo
que tal subida puede implicar para el alma incauta porque, no es solo
subir hacia lo alto el asunto sino también, mantener el impulso y la
dirección.
El viejo
Platón, el poeta de los filósofos antiguos, nos dejo el más hermoso de
sus mitos para intentar explicar el programa de este intento. Se trata
del mito del “carro alado” Así…cada uno de nosotros es semejante a un
carro alado del que tiran dos briosos corceles y dirige un auriga. Su destino;
el cénit de la bóveda celeste y las dificultades: todas.
El carro es
alado pero el tamaño de las alas varía, ya veremos que es lo que hace
crecer las alas. Los caballos simbolizan nuestras emociones, formidables
fuentes de energía, dóciles o díscolas según la lotería genética (el
temperamento se hereda). El auriga, finalmente, representan eso que
vulgarmente llamamos razón o entendimiento. Puede ser avezado o
indolente, débil o voluntarioso,..Las variantes y sus combinaciones
son legión y en definitiva, de él, del conductor del carro depende
que el carro suba hacia la altura sin perder la dirección, se pierda o incluso
se precipite hacia abajo.
Cómo podemos
saber si “estamos a la altura”, si “nos hemos puesto a la altura”.
Platón, es claro al respecto: Si actuamos con armonía, si hay gracia en
nuestra subida, si dejamos algo así como una huella elegante a nuestro paso.
Más claro: si somos templados, si tenemos coraje, si actuamos con
prudencia. Llegada aquí, me pasa que topando con la palabra prudencia, sé
de antemano que más de alguno de mis lectores tenderá a echarse para
atrás puesto que sentirá que le punza un no se qué de mezquindad que le ha
quedado adherido al termino desde que los desaforados románticos hicieron
irrupción en nuestra cultura. A mí me gustaría echarle un cable a la más
bienamada de las virtudes griegas y decir que prudencia no es otra cosa
que marcar rumbo, aflojar o dar rienda…que se trata de una virtud “sin
contenido” en sí misma pero que lo es todo en un viaje hacia
la excelencia…luz, brújula, sextante, intuición…Quien haya conseguido
ser prudente es alguien que siempre “estará a la altura”. Es decir;
mantendrá la dirección hacia y lo bello y lo bueno y estos se traslucirán
en su ascenso. Tarea de muchas vidas, tan problemática se presenta.
Una nota a
pie de página: El mito habla de un carro alado. Pues bien hay algo que
hace que las alas del carro crezcan y la tarea se haga liviana y gozosa.
Se trata del amor, la más poderosa de las emociones humanas, Cuando lo
sentimos el carro sube con tal ímpetu que es necesario que el auriga
sostenga las riendas con pericia para aprovechar el impulso…y no sufrir
un descalabro.
…Me resulta
fascinante tomar conciencia de la profundidad en que se asientan tantas
de nuestras palabras y cómo, tirando un poco de su historia podemos conseguir a
veces que recobren algo de su altura.
Begoña....nor naizen imaginatuko duzu honezkero...Dortolik agurtzen zaitu, bai......begira ze nolako kausalidadeek inguratzen gaituzten...."la marcha" aldizkaria ezagun izango duzu ezta??? sorpresa ederra hartu dut zure olerkiak irkaurtzean...izena ikusi gabe, sentsazio bitxi batek harrapatu nau eta jakin dut zeu zinela...bada, begira itzazu sarrera hauek: http://www.lamarcha.cl/2011/08/31/condenadxs/
ResponderEliminarhttp://www.lamarcha.cl/2011/09/15/yo-ego/
Jajaja...ezetz asma nork konpartitzen dituen zurekin batera gaiak, olerkiak eta kontuak???
Kuriosoa ezta???? ze politak halako kaUsalidadeak.....
Mosu handiiiii betttt
Latxu ( edo Dortoli, edo Olatz...)
Kaixo Latxu, Dortoli, Olatz...Ay, ene, Zenbat izen neska berberatzat!!
ResponderEliminarBenetan, honelako kasualitateak politak dira. "Coincidencias significativas" deitzen diotela, uste dut.
Konturatu naiz, irakurri eta gero zure olerkia eta nire "eskribu" antza haudia daukatela, EGO gaiaren dagokionez. Poema sakon eta mamitsua idatzi duzu, Olatz.
Nada, chica, que estamos destinadas a conocernos!!
besarkada bero bat!
Muy bellamente escrito e nteresante todo, me detengo en la prudencia: en mi juventud no me gustaba nada ese término...ese decir todo lo que piensa me arrojaba con impetuosa unas acciones desbocada y carentes de sentido...
ResponderEliminarHoy me gusta en cambio la prudencia, la valoro y comparto el sentido que le asignas...por supuesto que va ligado a la palabra amor y madurez en el ser, en el decir y en el actuar.
Gracias por hacerlo aflorar a mis pensamientos de forma más conciente.
Abrazo gigante!!!
La filosofía entre sus muchos beneficios, otorga a quien la cultiva el de acceder a la profundidad de conceptos que muchas veces ha quedado varados en el tópico.
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario.