Hace unos años, de visita en el Monasterio de la Oliva en Navarra, después de quedarme largo tiempo frente a la luz de la mañana, minimal ornamento de la iglesia cisterciense, salí al jardín. Recuerdo siempre la conversación que mantuve con el jardinero, un monje jovial que me explicó el secreto del ciprés. Fue un rato delicioso a la vera de una hilera sombría y magnífica...
El cipres es un árbol que, para que crezca afilado y compacto, necesita un cuidado constante. Se deben sacrificar las ramas internas para que las exteriores suban...No todo ciprés es un "ciprés", me comentó el monje, mostrándome un ejemplar casi tan bello como el de Silos...¡Algunos lo consiguen!- agregó con una sonrisa serena, mientras me regalaba un fruto que yo guardé y todavía conservo.
Desde entonces trato de conseguir ser ciprés, el más estoico y señero de los árboles.
Conseguido ciprés
de la poda y del empeño, fruto
Construcción esencial
de lo negado yergues
ufano la ecuación...
Tú, árbol-resultado.
Viéndote...
se desprecian
las ramas antojadas
los brotes perezosos
el ocre que no sabe
de la avidez del verde...
Y queremos la grandiosa tijera
de un Dios absorto y mudo
tajeando sin clemencia complacencias
para dejar desnudo
el purísimo factor
enarbolado.
¿Sabes? Me duele un poco la presión de perfección de esas ramas… Debe de ser porque me siento caótica copa de árbol indefinido. Una en que convive el muérdago con parásitos de menor alcurnia, brotes con hojas secas que aún no se desprenden… Uno de hoja caduca que se desnuda para nutrir el suelo, perdiendo todo verdor…
ResponderEliminarMe acordé de los bonsáis. Me gustaban tanto. Me gustan… Pero sufro la belleza de ese árbol encapsulado…
No cuestiono la belleza lograda del ciprés. Pero ese sacrificio de ramas internas para complacer una visión externa tan lograda, a manos de un jardinero que más vale se sabio… ¡Ay! Y si, tras la poda, le dice “tú no eres un verdadero ciprés, no pude sacar el ciprés de ti… mi trabajo fue en vano”. ¿Entonces qué? Y si, logrado el ciprés, desaparece el jardinero… ¿qué pasa entonces con la futura forma? ¿Acaso se puede ser ciprés sin las tijeras?
¿Cuál será ese “purísimo factor enarbolado”? La tijeras inclementes suenan cuando lo miro, se me eriza la piel… Y me acuerdo de la higuera de Juana de Ibarbourou no sé por qué, quizás por esa necesidad de ser bellos/as así como somos…
La próxima vez que vea un ciprés, sombra de monjes, difuntos y caminos, me acercaré y… no sé si podré leerle tu poema o, más bien, invocar a Juana…
Hola Begoña
ResponderEliminarDesconocía cómo crece el ciprés y que no todos lo que parecen serlo, lo son. Y si me lo permites también intentaré convertirme en un ciprés alto y recto.
Libe, me ha encantado todo lo que has expresado. Mucho me temo que para ser un ciprés, algunas ramas han de ser podadas. Quizá la diferencia estribe, en que el jardinero eres tú misma y en teoría, sabemos qué debemos o podemos podar.
Besotes para las dos.
En todo caso, ese de Van Gogh parece un ciprés flamígero ;-)
ResponderEliminarQuerida Libe:
ResponderEliminarEl ciprés no es un árbol amable. Ya lo dijeron Gironella y Delibes, antes. Arbol de los cementerios, de un verde casi negro, tiene algo de lanza "que acongoja al cielo", como dijo otro poeta.
Para mí, es el árbol más "humano" que conozco, quizá porque, es fruto de una pasión. Sí, es un arbol apasionado éste, que se concentra en crear una forma que "nace desde sí". El jardinero es parte de su naturaleza que le exige la poda y la avidez fiel a su intento y...¡claro que es flamígero, no solo el de Van Gogh, todos los cipreses son flámígeros pero se trata de dominar la llama!
Un ciprés no se parece a un bonsai porque justamente, no se trata de anquilosar su estatuta sino de llevarla "al límite".
Ya sé que hay cipreses "malogrados" pero, cuidado porque...todo puede malograrse, eso es lo dramático, también una acacia o un sauce...ya me entiendes.
Como dice Mandalas, las tijeras , ya sé que es dura la metáfora, las empuña cada uno y más vale que seamos "Jardineros fieles" para no cortar demasiado, ni demasiado poco.Lo demás lo pone Dios y es su problema... a lo que yo canto es al intento humano, sólo a lo que nos corresponde como tarea.(perdona a la profesora de filosofía).
Me ha encantado tu cometario, Libe. Me pareció ver en tu descripción de ti "en árbol" a una de las acacias que jalonan nuestra calle.Vi el muérdago,y los brotes secos y la inclinación airosa, la delicia de sus racimos blancos y el aroma...Se trata de otro poema, querida mía, de otra bellísima metáfora de lo que puede ser la vida...
¡Cómo disfruto hablando contigo... mi Úrsula, mi Remedios, la bella :)
Ay, Begoña, no sé qué me resulta más bello, si si tu hermosa y jugosa entrada o la bellísima y serena conversación que habéis mantenido, y en la que me he sentido como testigo sacrílego. ¡Cuánta ternura!, necesaria hoy y siempre.
ResponderEliminarEl poema es muy bello, y la introducción también. Cada día encuentro más serenidad viniéndo aquí.
Pero la exposición de Libe, acerca de su parecer y de sus sentimientos al respecto, rezuma la misma serenidad y belleza.
Yo confieso que no lo sabía y que creía que los cipreses crecían así de modo propio. Siempre me ha parecido un árbol demasiado sério (por no decirlo de una manera más grave), por su localización cerca de nuestras últimas moradas. Pero ubicados en la soleada campiña de La Toscana, por ejemplo, ¡quedan tan bellos! bordeando pequeños caminos sobre las colinas.
Hace tiempo vi un experimento que habían realizado con plantas, utilizándo una máquina inventada para medir variaciones en el aura de los seres, y observaron que simplemente acercándo a la planta unas tijeras abiertas se producían trastornos en su aura, como si gritaran su miedo ante el peligro y el dolor (creo recordar algo así, porque hace mucho tiempo, y tampoco sé hasta qué punto pudo ser cierto. Intentaré buscarlo con la buena herramienta de internet con que contamos hoy día).
No puedo decantarme hacia ninguna opinión, pero me parece tan bonito y amoroso cuando Libe dice "quizás por esa necesidad de ser bellos/as así como somos…"
Bs.
REcuerdo los cipreses desde niña....viví muchos años a las puertas del cementerio, en la última casa antes de pasar a territorio de muertos..tán tranquila paseaba dentro y fuera de esas dos ciudades,a mi nunca me dieron miedo, no conocía lugar en la ciudad mas tranquilo que aquél..y aprendí a dibujar aquellos arboles, y hoy día tampoco consigo deshacerme de ese hechizo que tienen, tan señoriales ellos, tan bien vestidos...
ResponderEliminarTambien habeis hablado de bonsais..ai, ai, ai.... me han traido por la calle de la amargura siempre....he tenido varios ( en mejor vida todos ellos) y me rompieron el corazón, que no la paciencia...por mucho mimo, palabreria y cuidado que les diera, no me acompañaron durante largo tiempo..no he querido acomplejarme, pero hace ya tiempo que no acerco a ninguno de ellos a mi vida...quizá por miedo a que me abandonen prontito...
Totalmente de acuerdo, Victor Gato, yo tambien me considero una pequeña testigo -de lujo- de esa linda conversación..
En este blog hay varias tramas de conversación con complicidades varias de lo más interesantes. Yo también a ratos siento un regustillo como de voyerista...
ResponderEliminarAhora resulta que entre testigos, mirones/as y demases, también empezamos a conversar y... ¡es genial!
Desde Santiago de Chile un abrazo al Gato Víctor, Dortoli, Mandalas, Carlos, Eukene... ¡leo todos vuestros comentarios! Lujo de blog en que los comentarios no suelen quedarse atrás...