jueves, 23 de noviembre de 2017

Secretos

 






Todo secreto tiene fisura, pero mientras se mantenga encapsulado mantendrá su estatus y quedará “aparte” como sugiere su etimología, porque todo verdadero secreto resguarda algo que siente como  trasgresión el revelarlo. El nivel y el estilo de las trasgresiones es diverso y las maneras de develarlo o resguardarlo, también. Algunos secretos llenan su nombre y a otros, les queda grande.  

Hay algunos que, en realidad, son trivialidades. Son secretos sin importancia alguna que tienen más bien que ver más con cierto tipo de neurosis, que con muestra de exquisito pudor. La vida social se nutre del compartir vida y el preservarla excesivamente seca la comunicación. Con una persona adicta al secretismo uno se aburre soberanamente.

Hay otros que son vergonzantes y sucios por lo que más que silenciarse, debieran ser olvidados ya que manchan tanto a quien los divulga, como a quien los oye. Se reconocen por esa especie de vergüenza ajena que recorre el ánimo cuando se desvelan. Si se guardan es para preservar lo que sentimos puro. Son esas vergüenzas que ruborizan, esas traiciones radicales… ese lodo. 

Existen también los secretos que resguardan, por así decirlo, la identidad del clan. Ese toque que hace tan sabrosa la tortilla, esa fórmula de la pomada de la abuela guardada en ollita de barro desde tiempos antiguos, aquella jaculatoria contra el rayo, aquel  preciso lugar donde se encuentran las mejores setas... Se permite disfrutar a los extraños de sus beneficios pero no se revelan las fuentes, porque el hacerlo sería algo así como un  pequeño acto de deslealtad contra quien nos los transmitió en razón de pertenencia. Es por respeto que callamos.  

Aquellos secretos en los que esté presente la belleza debieran ser revelados para evitar el que pudieran perderse, porque con el silencio se perdería algo valioso. El conocerlos puede ser doloroso, pero la herida que producen es cauterizada por la misma excelencia de lo que se revela  Son los únicos que exigen ser contados aunque, como son secretos de iniciados, se elige a quién y se guardan a menudo celosamente para que no pierdan su fuerza hasta que les llegue la oportunidad de ser conocidos.  De estos secretos se nutre la poesía.

 Quién quiera saber de secretos necesita una capacidad parecida a la que posee mi xilofón atrapa ángeles.  Tener algo parecido a la sutil melodía que atrae hacia sí la voz que murmura cautelosa  porque son fácilmente espantables los genuinos secretos. Se retraen al más leve roce de incomprensión como pequeños erizos....

Pero si se sabe esperar, si se es digno, más pronto o más tarde se haran audibles a nuestro oído atento, imprevistos y deliciosos como fragantes flores nocturnas.

4 comentarios:

  1. Bonito recorrido por los distintos tipos de secretos y qué suerte tener a mano la discreción de una amiga fiel para descansar un poco. Porque hay algunos secretos que es necesario trasferirlos por supervivencia. Esos también son como erizos, pinchan...

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  2. Efectivamente. Hay más de algún secreto que necesita ser dicho para poder sobrevivir.Creo que las consultas de sicólogos y siquitras están llenos de personas dañadas por "estos secretos inconfesables"
    Es entonces cuando vemos lo imprescindible que es la presencia y el oído de alguien incondicional a nuestro lado. Alguien que solo escuche, no juzgue y... calle.

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  3. Tus palabras se leen solas. Tienen vida propia, la que tú les das. Descubren a cada lector su secreto íntimo permaneciendo oculto para el resto de lectores. Tus palabras son discretas y elocuentes, encriptadas y trasparentes, pero siempre amigas. Gracias por escribirlas, Begoña.
    José Ramón.

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  4. La escritora celebra su vuelta a sus papeles, amigo. Es un gran elogio el que me haces y lo agradezco en lo que vale.

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