Naturaleza muerta haitiana |
Recuerdo la imagen fugaz de una mujer airosa con su cesta de gallos en la cabeza, cruzando por Delmás como si fuera una modelo de pasarela con un extraordinariamente extravagante sombrero.
Veo aún a la orilla del camino los perfectos montoncitos de cebollas, de sandías, de mangos... La postura del muchacho que leía encaramado en una muralla derruida camino a Kenscof, un libro enorme y descuadernado.
Tengo todavía en la retina la gracia de algunos pañuelos, el revuelo de faldas airosas, los uniformes impolutos rosas, verdes, azules de las niñas camino del colegio, las trencitas adornadas de lazos, los cuerpos magros y jóvenes... La verdad es que no vi casi viejos en Haití: los que me parecieron viejos seguro que eran más jóvenes que yo. La vida que tienen que llevar agota pronto: descarna, inclina... Mata.
El haitiano es un pueblo de artistas. Es conocida su música, su literatura ( me contaron de Víctor Gary que tendré que leer apenas pueda), su maravillosa pintura que se puede encontrar no solo en las mejores galerías de N. York, sino también en las de Pto. Príncipe e incluso en cualquier rincón de la ciudad, sufriendo de lluvia, de polvo, de desmanes (en las últimas revueltas muchas fueron quemadas junto con neumáticos y basuras ) ¡Triste suerte siempre, la de la belleza a la intemperie!
Yo ahora, como Alí Babá, voy a presumir de tesoros. Los invito a mi cueva, a que disfruten conmigo de mis bellos hallazgos, que ojalá les afilen las ganas y el deseo de viajar algún día a Haití, la tierra de las historias.
Les muestro primero que nada, el cuadro que me compré en la Galería de María Isabel. Me sedujo su colorido, pero por sobre todas las cosas, su nombre y su alegría. Aunque Cástor me dice que a él le parece triste... ¿triste este baile con maletas y alas de vuelta al origen...? Se llama "Regreso a Guinea" y fue pintado por Lafortune Félix, un hungam (sacerdote vudú) que fue descubierto por un gringo que quedó prendado de su cabaña totalmente pintada con escenas de vudú, llenas de espiritualidad y esperanza. Yo soy la orgullosísima poseedora de esta belleza, en la que me gasté sin ninguna vergüenza mi paga de Navidad.
"Regreso a Ginea" de Lafortune Félix |
Utilizando bidones, llantas de bicicleta, hierros de deshecho (Haití es el paraíso de la reutilización), surgen maravillas que han sido laboriosa y duramente conseguidas. Es solo cosa de mirar al artesano en pleno trabajo de corte o martilleo encuclillado en el polvo. Algunos metales están llenos de color como los tap tap o los gekos (lagartijas de la suerte), otros conservan el color original del metal. Abundan cruces bellísimas llenas de poesía. Hay una que especialmente me ha conmovido: un pájaro con las alas abiertas y un corazón en el cruce entre el cuerpo y las alas ¡cómo pueden ocurrírseles combinaciones tan hermosas! Por supuesto, me he comprado una.
Antes nos hemos detenido en el camino frente a un hombre que vende banderas vudú. En ellas están representadas alianzas como la de la sirena, dambala, la serpiente y Erzulie, la diosa madre. Circunstancias como la encrucijada de caminos, personajes fundamentales como el Barón Samedí, Dambala con su benéfico poder, signos vevé, señales oscuras llenas de belleza, espadas cruzadas para detener el mal, ángeles... Más tarde, en el pueblecito de los artesanos volveré a encontrarlos, esta vez en metal.
También conocí las máscaras de papier maché de Jacqumel, aunque no pudimos ir al pueblo del que son originarias. Reproduciones de cabezas de animales llenas de colorido y detalle. Cástor se volvió loco con un gallo con el que viajó sin dejar de protejerlo como su más preciada posesión. Está claro que frente a él dejaron de importarle el peso y las incomodidades...¡todo hombre tiene su precio!... aunque yo nunca hubiera creído, que el de mi marido fuera un gallo haitano.
Sé que me perdí mucho y me vuelvo avara con mis tesoros, porque sé que me será muy difícil reemplazar nada de lo que regale. Siento que todo es único y que ha nacido de una experiencia profundamente personal. Más tarde en República Dominicana, pude darme cuenta del abismo que existe entre la artesanía de uno y otro país. En Sto. Domingo casi todo lo hermoso es haitiano. Es algo que los propios dominicanos reconocen con hidalguía.
Camino de Kenskof, visitamos a un escultor de madera de aspecto venerable, que nos muestra y nos explica su tallas de una belleza y sensualidad arrolladora, sugeridas por los límites del trozo de madera a su disposición... "Yo lo miro y Dios me dice qué hacer...", nos dice y vaya que le dice pienso yo ¡ son de una sensualidad y erotismo !
Pero la que a mí me enamora es una figura de mujer con las manos juntas, apenas policromada: una virgen en actitud de adoración para mi iconografía cristiana. No soy una compradora compulsiva, pero en Haití todo es tan bello, tan diferente, tan pagable, que a menudo para desesperación de Cástor y su cantinela sobre el peso permitido, no puedo resistir la tentación y caigo gozosamente en ella. Nunca he podido resistirme a las buenas historias y Haití...¡tiene tantas que contar!
Camino de Kenskof, visitamos a un escultor de madera de aspecto venerable, que nos muestra y nos explica su tallas de una belleza y sensualidad arrolladora, sugeridas por los límites del trozo de madera a su disposición... "Yo lo miro y Dios me dice qué hacer...", nos dice y vaya que le dice pienso yo ¡ son de una sensualidad y erotismo !
Pero la que a mí me enamora es una figura de mujer con las manos juntas, apenas policromada: una virgen en actitud de adoración para mi iconografía cristiana. No soy una compradora compulsiva, pero en Haití todo es tan bello, tan diferente, tan pagable, que a menudo para desesperación de Cástor y su cantinela sobre el peso permitido, no puedo resistir la tentación y caigo gozosamente en ella. Nunca he podido resistirme a las buenas historias y Haití...¡tiene tantas que contar!
El arte haitiano se suele llevar en contenedores a Nueva York donde se vende a coleccionistas. Como no hay turismo en Haití, el mercado se reduce a "los internacionales" ¡qué pena! ¡Ojalá Europa pudiera también beneficiarse de esta belleza ya que impulsarla sería darle vida!
Quiero hoy, 11 de enero, en que Haití recuerda que un día como hoy la tierra tembló y sumó una, espantosa en verdad, a sus desgracias, proclamar su belleza, su dignidad: esa fuerza callada y persistente que lo hace continuar tan tremendamente vivo y bello...¡Mènsi ampil!
Quiero hoy, 11 de enero, en que Haití recuerda que un día como hoy la tierra tembló y sumó una, espantosa en verdad, a sus desgracias, proclamar su belleza, su dignidad: esa fuerza callada y persistente que lo hace continuar tan tremendamente vivo y bello...¡Mènsi ampil!
Hola Begoña
ResponderEliminarEs realmente precioso tu tesoro haitiano. Me ha llamado la atención el gran colorido de las piezas, su armonía. Transmiten vida, movimiento y pasión. Deben ser seres muy especiales los haitianos pues a pesar de las condiciones del país y en las que viven, son capaces de crear tanta belleza.
Enhorabuena por tu tesoro.
Besotes.
Sí, Mandala, son muy especiales, los haitianos. Tu cometario me sugiere una reflexión...creo que la belleza y la creatividad suelen ser más bien producto de la crisis que del bienestar.La necesidad afina los sentidos y la capacidad de observación por lo que si hay talento, el arte está servido.
ResponderEliminarBesos también para ti.