No es perder los amores
ni las dulces esquinas, ni la bruma de aquel preciso día
no es tampoco la niebla que se adensa de a poco
sobre lo que tuvo fulgor y nos producía maravilla...
No es el perder los nombres y las dulces siluetas de las cosas... tampoco
ni la punzada súbita frente a lo venidero en aquellas precarias primaveras insomnes…
Es conservar la vista intacta y las siluetas nítidas
los precisos arreboles, las palabras distintas, las huellas discernibles
y no poder sentir en absoluto…nada
Es muy cierto. El corazón queda inútil inservible a los estímulos -quién sabe por cuanto tiempo-. Durante largo tiempo no podrá apreciar regalos por muy valiosos que sean. A medida que se vayan borrando las siluetas en la bruma.
ResponderEliminarUn abrazo.