No te quiero llorando por culpa de los números.
Olvida los factores, el cociente, el residuo...
los ridículos nombre que te roban las horas.
No te quiero perdida en el quehacer impuesto
sinuoso y artero como una viborilla
que chupa tus colores
y disfraza los ríos con sus nombres.
Te llamas Lobodrina.
Tienes que huirte a veces a alondrear las lomas.
Es difícil, te pugnan los muñones
pero te sufres de reloj y tarea
de camisita limpia y de trenza estirada.
Lobodrina...¡está la tarde ardiendo!
ha gritado tu nombre
lo que no tiene nota
lo que no es premio a nada
lo que nadie conoce
y...
¡no quiero que ignores la llamada!
En esta tarde fría de diciembre, cuando han pasado años desde aquella otra en que discutimos porque tú te quedaste sin ver a Magic Johnson en Anoeta y llorabas porque tenías que hacer ejercicios de matemáticas para el día siguiente y querías pero "no podías" y te quedaste sin ir... pienso como siempre en ti y en esa vida linda que siempre parece tener que quedarse a esperar a que una termine con lo que debe hacerse para bailar tregua y catala, saltar con los monstruos, cantar Lili Marlene a toda pena...
Princesa, alondrea un poco también allí en Haití, que quiero sentir aquí en el norte el airecillo suave de tu vuelo...
Princesa, alondrea un poco también allí en Haití, que quiero sentir aquí en el norte el airecillo suave de tu vuelo...
lobodrina...hace ya más de 10 años que Libe me contó la historia. Desde entonces la llamo Lobodrina.
ResponderEliminarqué preciosa historia