Después de vuestra áspera jornada
no tendréis ni la historia al rescoldo
ni el consuelo del vate.
Lucirá aún la luz.
Los espejismos del día quizá giman
su tenue palinodia:
pequeñas agonías plateadas
calor de puño salobre
jalones de sudor a meridiano.
Por más ocre, aún supuesto
el derroche…
en vuestra desarbolada noche
entre los hombres mudos
nostálgicas de nido y de susurros
¡vosotras nunca volveréis a Itaca!
domingo, 24 de octubre de 2010
Barcas de pesca en la playa de Sainte Marie (Arles,1889)
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...y qué es Itaca....Quizás donde les llevaron el pintor y la poeta....?
ResponderEliminarEl Lobo.
Precioso, Un gran poema. No sé cuántas veces lo he leído.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí Lobo... ¿qué es Ítaca? Si el pintor quiso llevarlas allí, mulliendo "de ocre" una cuna de arena, la poeta no duda en ser "el vate que no consuela": ella anuncia un destierro que es
ResponderEliminarpara siempre. Ese anuncio, esa constatación... ¿es para ti o es para ellas? ¿será mejor
"saberlo", jugar a ignorarlo, mantener la fé?
No, no son las mismas que partieron. ¿Lo habrán, acaso, intuido a la partida? La cotidianeidad de salitre las ha marcado. Ítaca: una dulzura perdida para siempre. ¿Será, acaso, que sólo vuelven los héroes? ¿o eso es también "pura mitología"?
Pero hay algo que es cierto: no regresa quien una vez allí estuvo. Alguna vez, el agua de las costas de Ítaca las empapó hasta el borde.
Tienes razón."No regresa" ,solo quien una vez...estuvo. "Esas barcas empapadas hasta el borde por las aguas de Itaca" es de una belleza que me conmueve profundamente y que mi poema te agradece como una preciosa rúbrica.
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