Scot Fitzgerald y su esposa Zelda. |
"Algo más que una casa", es un relato de Francis Scot Fitzgerald que fue publicado en el Saturday evenig Post, el 24 de junio de 1933. Ya sé que no es "A este lado del paraíso", que fue la novela más solicitada en las bibliotecas pública de los EE UU, durante octubre de 1920, ni tampoco la considerada por la crítica su obra maestra, "El gran Gatsby". Es sólo un relato que en español, se puede encontrar incluido entre sus "Cuentos reunidos", de la editorial Alfaguara, pero, para mí, es sin dudarlo, uno de los más bellos.
Fittzgerald empezó a escribir durante "Los dorados años 20", la "época del jazz", como él la bautizó y continuó haciéndolo durante "La gran depresión". Su vida y su obra están marcadas por estos dos momentos clave pero, como suele ser usual en toda gran obra literaria, es capaz de trascender su momento histórico y crear personajes en los que podemos seguir reconociéndonos...
Fitzgerald amaba el fulgor. Ese brillo satinado que se desprende de las mejillas lustrosas de sus muchachas (ninguna de sus protagonistas supera la frontera de los 25 años), de sus vestidos envolventes donde el color era el reflejo de la pura luz, de las fiestas a todo tren, del brillo del dinero bien gastado en todo aquello que proporciona placer y belleza. A esas muchachas gráciles, longuíneas, ingeniosas y maestras en el cálculo solo tiene derecho a amarlas y poseerlas quien tiene a lo menos un millón de dólares en el bolsillo y una posición social ascendente...
Los héroes de Fitzgerald cifran el éxito de la vida en luchar denodadamente por cumplir las condiciones del sueño; ser amados por esas arrogantes bellas. Son capaces de los más grandes sacrificios y dispendios para conseguirlo. Pero, hagan lo que hagan, es imposible. El tiempo se encarga de deslustrar el brillo y las ilusiones.
El mundo que nos propone es un mundo destinado al malentendido y a la amargura. No es necesario sino que pasen cuatro temporadas y nada de lo que era conservará sino un atisbo, del ahora nostálgico fulgor...Las bellas se casan y mueren pronto, o se vuelven banales, o son destrozadas por maridos infantiles y brutales...Los héroes, escarmentados, se dan a la bebida o a la abulia...
Pero... en "Algo más que una casa" lo mejor del mundo de Fitzgerald , por una vez, resplandece y parece salvarse de la maldición del tiempo. Se trata de un cuento de hadas en el que Lew se enamora de una casa que parece simbolizar un modo de vida que tiene algo que vale la pena preservar, más allá de su valor material: Se trata de dignidad, estilo y una tradición amable. Una casa en la que resplandece a través de su decadencia un cierto ideal de cómo se debe vivir...
"Se alejó hasta que las luces y la música da la casa se confundieron para formar una sola entidad, como un puerto que se va acercando en la noche mientras lo miras desde cubierta... Sintió que era una casa proyectada para leer novelones décimonónicos junto a la chimenea al anochecer, cuyas paredes estaban llenas de fotografías, baúles de ropa, patrones para hacer vestidos, viejas casas de muñecas y muchas infancias juntas vagabundeando por todos los rincones..."
Y en esa casa vive Bess, que es algo más que una jovencita arrogante e ingeniosa en la flor de la edad, algo de lo que Lew, que tampoco es exactamente el típico arribista, se dará cuenta al final, cuando descubra que su fulgor va más allá del esplendor de su edad..De hecho, se extraña que habiendo rebasado la barreta de los 20 pueda apreciarse en ella semejante lozanía...
Ahora conocía mejor a las personas y adivinaba el acero bajo la ternura de Bess, las vigas a través de las curvas suaves de las mejillas y la barbilla. Era un ser exquisito.
Bess es el espíritu de su casa condenada por el tiempo, vivo y palpitante...y , por fin, tenemos un héroe que, es capaz de reconocer ese fulgor que de ella, emana, y que hará también suyo al llevársela con él en las últimas líneas, hacia un futuro que, por una vez, es esperanzador porque ambos han conquistado cierta forma de ser personas...que es para siempre.
Ahora conocía mejor a las personas y adivinaba el acero bajo la ternura de Bess, las vigas a través de las curvas suaves de las mejillas y la barbilla. Era un ser exquisito.
Bess es el espíritu de su casa condenada por el tiempo, vivo y palpitante...y , por fin, tenemos un héroe que, es capaz de reconocer ese fulgor que de ella, emana, y que hará también suyo al llevársela con él en las últimas líneas, hacia un futuro que, por una vez, es esperanzador porque ambos han conquistado cierta forma de ser personas...que es para siempre.
En la retrospectiva del Festival de Cine dedicada a Henry King, vi con Mª José y Teresa una bonita película protagonizada por Gregory Peck y Deborah Kerr (química hasta en el ritmo y la rima de estos dos grandes actores) "Beloved infidel" ("Días sin vida" http://www.imdb.es/title/tt0052617/), que supongo edulcoraba y mucho la biografía real de FSF.
ResponderEliminarTomo nota (como siempre) y me apunto esta colección de relatos que, seguramente, paliará los efectos de las lecturas más bien mediocres en las que he estado inmersa en los últimos tiempos...
"El curioso caso de Benjamin Button" es también un relato del autor, y éste poco tiene que ver con el resto de su literatura...
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEfectivamente. También hay otros relatos que rompen el "estilo" habitual de Fitzgerald. Por ejemplo "Un diamante tan grande como el Ritz", una feroz sátira contra los ricos, o "Tiernamente adorables" en el que un personaje negro es tratado con profundidad y delicadeza, rompiendo por una vez, el estereotipo racial propio de un escritor blanco del profundo sur.
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